lunes, 28 de enero de 2013

mis viajes en toalla

Estoy plantado delante de la pica del lavabo. Sigo inmóvil pese a que ya hace algunos minutos que he salido de la ducha. Es como si fuera otro, es raro pero me siento distinto a cuando entré a ducharme.


El vaho es denso y ayuda a esconder mis temores. Hace frío y decido pasar la mano por el espejo para ver qué es lo que me devuelve y salir de dudas. No me reconozco. A primera vista veo una espesa barba cuando yo jamás he pasado de ser un “niñato imberbe”. Paso la mano por la cara y no noto la barba, tan sólo la piel suave del que se afeita poco porque no lo necesita. Luego veo un pelo largo y cuidadosamente desarreglado que no coincide con mi pelo corto de siempre. De nuevo, paso mi mano por el cuero cabelludo y ni rastro de esa hermosa cabellera.

Me empiezo a marear y decido que lo mejor será estirarme en la cama y abrir la ventana para que entre aire fresco. Salgo del lavabo y me sorprendo a mí mismo en el andén de una estación de metro de nombre impronunciable. Sé que voy en toalla pero la gente ni se inmuta, parece que no les importa.

El metro llega y no para. He decidido que lo tomaré, no sé a dónde va pero es una clara señal. El siguiente tampoco se detiene. Me mosqueo. Me armo de paciencia y espero. Lo mismo.

Me levanto y decido preguntar a una chica de cara bonita dónde estoy y dónde va el metro. Pongo mi voz más sugerente ya que pese a estar en toalla o no, sin saber muy bien quien soy si el de la barba o el imberbe no descarto intentar ligar. Me aferro a esa gran frase de “hay que jugar todos los partidos y bajo cualquier condición”.

Ella se gira y dónde antes veía una cara bonita, ahora veo una cara arrugada, unas gafas de culo de botella y una dentadura postiza.

No entiendo nada.

Nada de nada.

martes, 15 de enero de 2013

Manual de supervivencia

¿Hola?


(Silencio). ¿Hay alguien en casa?

(Silencio). Entro de puntillas, sin saber muy bien porqué lo hago ya que no hay nadie o no parecer haber nadie al cual pueda molestar. Dejo las llaves en la cesta de siempre junto al montón de llaves que, vete tú a saber qué abren. El pensamiento abandona velozmente mi mente.

Todo está en orden. Demasiado en orden. Una sensación de angustia me recorre la espina dorsal. Me planteo porqué pienso en espinas dorsales cuando hay algo angustiante acechando. Céntrate, me digo. Es frase me traslada veinte años donde la Srta. Fernández me repetía exactamente eso en clase. Céntrate, Juan que si no te despistas.

¿Qué será de ella? De ella recuerdo, su bonita sonrisa y sus faldas coloridas. Ahora deberá tener unos sesenta por lo menos. Un crujido me saca de mis absurdas cavilaciones.

Tengo miedo. Algo no va bien. No consigo ver qué es.

De pronto, veo una figura de un tío en calzoncillos saltando por la ventana. Se ha enganchado con un arbusto del jardín.

“Que se haya liado con mi hija, por favor, por favor” pienso. “Nunca he llevado bien las bromas de cornudos”.

¿Cariño? Hola?

“Hola papá” -oigo

“Mmmm..Pedro? ¿Eres tú?- digo

“Sí, claro”

“¿Hay alguien más en casa?¿Tu madre, tu hermana?- respondo

“No”- responde

“Creo que tenemos que hablar, no crees’”- suelto con un tono asquerosamente paternalista.

viernes, 11 de enero de 2013

Mr. Postman

Farolas que alumbran tu estela al pasar  y yo tengo el privilegio de verlo cada mañana. Sentado encima de Lucy y, con la nariz pegada al cristal, te miro y te espero. Eres lo primero que pienso al levantarme. Te espero con ansia desmedida.

Tu andar algo desgarbado, tu pelo cuidadosamente despeinado y esas gafas redondas a lo Lennon te confieren un look muy personal. Eres parsimonioso como denota el hecho que arrastres tus pies al caminar, como si quisieras laminar el mundo a tu paso. Eres dulce y cuidadoso en las formas a la hora de ejecutar tu tarea.
Tienes una de las profesiones más antiguas del mundo, habéis perdido cancha en los últimos tiempos pero apenas se te nota. Pese a que no tenéis la inmediatez de otros servicios, la flexibilidad o la cobertura, sigo y quiero seguir pensando que sois imprescindibles.

Me gusta tu carro de color amarillo pero no negaré que me gustaba más cuando usabas tu Vespa destartalada con tu cartera de piel raída y ajada por el paso del tiempo.
Espero ansioso la carta de uno de los míos. Tarda pero sé que llegará.

Thank you Mr.Postman!     

miércoles, 2 de enero de 2013

Los imprescindibles- Reedited

Estoy impaciente. Hace días que no la veo y me muero de ganas de verla de nuevo. Cuando estoy con ella, el mundo, mi mundo, se para. El tiempo adquiere otra dimensión, los materiales distinta textura y mi mente se sumerge en océanos lejanos.

 Ella es dulce, su aroma es pura melodía y su voz lo más cercano a estar sentado en la Scala de Milán. Su contoneo es ballet clásico y su forma de calar el humo digno de Casablanca.

Cuando la veo, siento como mi yo interior me dice “sal al campo y disfruta” o “hoy me podría morir, soy el hombre más feliz del mundo”.

 Ah, llega tarde. Se retrasa. Sabe que eso me gusta, me excita soberanamente diría yo.

Se abre la puerta, aprieto los puños y deseo con todas mis fuerzas que sea ella.

Con sumo pesar, no es ella y me desespero.

 “Buenas tardes Reverendo, veo que su visita empieza a ser un clásico de los martes por la tarde. Ahora viene el chico, digo Marlene. No se apure”- dice la madame.
 
Sonrío y balbuceo algo que ni yo soy capaz de entender. Pero me da igual. La erección que tengo compensa sobradamente mi verguenza.