lunes, 30 de julio de 2012

jueves, 19 de julio de 2012

Diálogos Institucionales / 1

“Qué hay para desayunar, Cristo?”- balbuces el bueno de Jaroy.


“Mmm…pues bajada de todo, Presi”- contesta Monroto.

“ De todo? Hemos bajado también las horas de sol?”- sisea ahora Jaroy.

“Mmm…eso no. Pero ya que lo propone, lo estudiaremos y veremos cómo meterlo en el cuadro macroecónomico, Presi. Me refería a las bajadas de prestaciones y eso”- sonríe Monroto.

“Ahh, te refieres a la bajada de pantalones. Bien, la de cada semana imagino. Una pregunta Cristo, porqué lo llamas “cuadro macroeconómico” si nunca cuadra?”- Jaroy.

“Ehhh, buena pregunta Presi, creo que es la más inteligente que has hecho en estos siete meses”- Monroto.

“Lo sé, desde que Angela me pone mirando a la Meca, tengo tiempo para pensar”- Jaroy.

los perdedores

Son ellos, y no los ganadores, los que suelen escribir la historia verdadera. Sé que siempre se ha dicho lo contrario pero no es cierto. El que gana, gana y se va feliz a casa. Se estira en el sofá rememorando esos momentos épicos que le han llevado a la gloria y ya está. Se duerme y con el tiempo gran parte de esos momentos se desdibujan y acaban deformados. Acaban sin saber, a ciencia cierta, qué fue lo que los hizo ganar.


En cambio, los perdedores tienen grabado a fuego todos los momentos. Saben porqué perdieron. Recuerdan el más nimio de los detalles. El drama de ver que han perdido. Estando cerca de la gloria los han echado por la puerta de atrás y con un vale para ir al Corte Inglés.

En mi época de periodista deportivo (de cierto éxito), siempre sentí admiración por los perdedores. Sus historias incluían dosis de dramatismo cruel, minutos de angustia e imágenes mucho más interesantes. Nunca me gustó entrevistar a los que ganaban, o eran fanfarrones, o estúpidos o ambas. Nunca me gustó ver las celebraciones, alcohol, histerismo patético y parlamentos en plazas de pueblos y ciudades totalmente vacíos y a menudo indignos de personas de más de cinco años.

El lado del perdedor siempre me cautivó. Siempre es más interesante. Y se aprende más.

martes, 17 de julio de 2012

la centrifugadora

Hoy le toca ir al súper. James no es un tío especialmente ordenado pero ha decidido que de hoy no pasa. Ha de ir a comprar. Necesita provisiones y sobretodo comprar jabón para hacer la colada. La ropa se está amontonando a un ritmo vertiginoso.


Estando en el súper, se dirige a la zona de los jabones. Hay infinidad de marcas. Estudia algunos envases y de pronto se queda cautivado por uno. Es el “Dash-Active”, el jabón que había en la lavandería en su época de erasmus por tierras danesas.

Automáticamente, la imaginación vuela. Iba una vez por semana ahí. Recuerda el olor a madera de las paredes. El ambiente impoluto y como no, la chica de los ojos azules. Largas tardes de invierno sentados en el banco esperando que la ropa se lavara y después se secara. Era una de sus actividades favoritas. Conversaciones largas y amenas con la chica de los ojos azules. Cuando empezaron a intimar el tema se frenó en seco. Él fue un par de veces a la lavandería y ni rastro.

Días después encontró un papelito en su bolsillo que decía “realmente no tengo los ojos azules tan sólo uso lentillas”. Le dejó sorprendido pero no le dio más importancia.

Sale del súper. Ha comprado “Dash Active” en honor a esas tardes danesas. Tiene decidido hacer una búsqueda en Internet de la chica por curiosidad. Le llama curiosidad aunque él es consciente que estas cosas nunca son pura curiosidad.



viernes, 13 de julio de 2012

Teorías humanas. El tío con fular

Sí, amigos bienvenidos a un episodio más de nuestro espacio de Teorías humanas sin contrastar pero con amplio fundamento. Rico, rico que diría el colega del perejil.


Hoy abordamos una especie rara, muy rara pero altamente peligrosa.

El tío con fular. Ojo, voy a empezar a matizar antes de que empiecen a caer palos. ME refiero a un tío de 32 como mínimo, previsiblemente casado o muy ajuntado. Si fuera soltero en busca de munición, tendría su lógica (limitada muy limitada pero aceptamos barco).

Es verano, mes de julio. Hace calor. Cenamos un grupo de amigos, la mayoría casados o muy ajuntados (no juntos, ajuntados que es más cerca). Una pareja nueva viene a cenar. A ella la conocíamos de hace años. Él lleva pantalones cortos (como todos), camisa de pijo-hortera (letras grandes y dibujitos) y atención un fular!

“Asumo que te duele la garganta”- le digo. Sé que el comentario le va a joder pero no lo puedo resistir.

“No, lo he cogido por si refrescaba”- dice con cara de pocos amigos. Detectamos que no hay feeling entre nosotros.

“Mmm sí, es verdad, en esta época del año refresca mucho”- suelto con ironía (Audrey ya me ha soltado la primera patada de la noche por debajo de la mesa).

Cenamos, reímos y bebemos vino. Vamos lo normal. Habitualmente hacemos una clara disposición táctica en las mesas, tíos a un lado y tías al otro (él como no, se queda al otro lado hablando de compras, bebés y papillas). Es farmacéutico y la toca en el tema de los potitos (según dice). Cruzo un par de miradas con los sospechosos habituales, saben lo qué pienso, me han calado!!!

Llega la hora del postre, heladito…mm qué rico. Llega la hora de “qué tomamos algo?”.

“Hago unos gin tonics muy especiales”- suelta él. Bingo, ya está la traca final. El Ferran Adrià del combinado de moda. Me encanta el gin tónic pero estoy hasta los mismísimos “Bowlings for Columbine” de la gilipollez y parafernalia que se ha montado con esto. Mmm, en un esfuerzo titánico me muerdo la lengua (noto el gusto de sangre en la sangre) de lo mucho que aprieto.Declino la oferta, alego tener que conducir (mi mujer flipa, siempre le toca a ella).

Saca los vasos pone el hielo en los vasos largos de tubo ancho y ojo los empieza a masajear entre las manos. Es para conseguir un contraste de temperaturas para que el hielo,….dejo de escuchar. Tan sólo me viene una idea a la cabeza “a ver es julio, hace calor, hay un tío con fular que le está haciendo una paja a los vasos de cristal”.

Me alegro de haber pasado de la copa. Al cabo del rato nos vamos. He salido victorioso, he sido capaz de morderme la lengua delante de él.

Audrey, me pregunta un qué tal cargado de malicia,…”mmm no te puedes fiar de un tío que lleva fular en julio, es raro, muy raro”.

Ella ríe a carcajada suelta mientras caminamos calle abajo.



miércoles, 11 de julio de 2012

teníamos un Plan

Éramos los hombres de negro, los que salíamos y entrábamos sin previo aviso. Los reyes de la barra de bar, de los que subíamos una valla de obra a casa en plena euforia nocturna para que el tercero en discordia no pudiera salir de su habitación al despertar.

Éramos el Sardinero, Las Gaunas y el Molinón. Sin árbitro, ni reglamento y demasiado a menudo sin público ni animadoras. Éramos esa plancha rota del salón, esos sofás raídos en largas noches musicales, en esas noches Serranas y de interminables resacas.

Éramos esa ventana rota del lavabo, esa desidia que no nos permitía arreglarla en pleno mes de enero. Éramos esos partidos de basket en el pasillo, esos triples imposibles desde el infinito y más allá. Éramos esas bolas de polvo y mugre con vida propia que nunca pagaron alquiler,

Éramos el bueno, el feo y el malo. El simpático, el ligón y el ácido. ¿Habrá patentado alguien el juego de las selecciones? ¿Si fueras una selección de fútbol, cual serías? Éramos Alemania, España (cuando no ganaba) y Brasil. Éramos esas tardes de primavera de cachimba y cervezas.

Éramos esa lavadora que paseamos desde Gràcia hasta nuestra República Democrática. Éramos esos mojitos condenadamente buenos, esas camareras, ese bar patrocinado por la Asociación de Padres de Alumnos, esas explicaciones sesudas de los bafles.

Éramos esas rodillas desgastadas de un tanque alemán, esa fiesta de 30 donde todos y especialmente un servidor saliendo a cuatro patas del local, esos cafés en Camarasa, ese ascensor fantasma.

Éramos Jinete, Noestabien y Perdido!

jueves, 5 de julio de 2012

Bono-tren

Lo llevo todo. La guitarra, el mini-ampli, el carrito, las púas. He quedado con Candela a las 10.15 en Sants. Hace calor, lo cual es un buen augurio. No me he afeitado ya que eso le quitaría personalidad a mi personaje.


La temporada de verano acaba de empezar y hay que apretar a tope para sacar la máxima pasta porque el invierno es largo y duro.

Candela y yo nos juntamos para la temporada de verano ya que tenemos comprobado que sacamos más y todo es más fácil.

“Has traído el catering”- le digo
“Joder, ya de buena mañana y con la misma bromita”- suelta ella.
“Mmm..Veo que alguien aún no se ha tomado el café y ayer tuvo una noche larga?”- contesto.
“Ten tu puto bocata de chorizo y no me ralles”- sentencia.

Nos subimos en el tren que va hacía el norte por la costa. Está lleno de guiris, que van a la playa. Están de vacaciones y sueltan la pasta fácil. Tocaremos nuestro repertorio habitual, algo de U2, Dire Straits, Franz Ferdinand, Van Morrison y Ac/Dc. Somos músicos callejeros pero tenemos nuestra dignidad, nada de “españoladas cutres”.

En verano, tocando para un público feliz y relajado, viendo el mar y sin pasar calor gracias al aire acondicionado del tren.

¿Quién quiere que vuelva el invierno? Yo no.

martes, 3 de julio de 2012

sabíamos que era cuestión de tiempo

Clara,


“Viajar ligero de equipaje es lo mejor. Es indispensable, de hecho”
Esta frase se la leí a uno de Los Grandes hace varios años ya. Probablemente en su blog. Me parece simplemente genial.

Hoy iremos a tu tierra. Has conseguido reunirnos a todos pese a que vivimos y trabajamos en un mundo de locos. Un mundo que nos sume en una enorme noria que va dando vueltas y que los días se suceden a velocidad de vértigo. Hoy tú has conseguido parar la noria y que nos bajemos un rato.

Pese a que hacía tiempo que no estabas por la oficina, hoy el aire que se respira es más denso y paradójicamente el silencio es atronador. Parece que hasta los teléfonos se han alineado y han decidido que hoy es día de guardar, día de pensar en las cosas grandes.

Días como hoy me hacen pensar que aquellos que dejáis el barco en los primeros puertos de la travesía, lo hacéis de forma desinteresada y solidaria. Una solidaridad que busca hacernos reflexionar al resto para que de vez en cuando apreciemos y valoremos la importancia de ver salir el sol cada día, de bebernos esos vinos en las suaves noches de verano con charlas interminables. La importancia de bañarnos en el mar, ese mar que te ha visto crecer. La importancia de comer pistachos, de leer esa lista de libros que siempre te aguardan, de llamar más a menudo a los tuyos, de quererlos más si cabe.

Por eso, hoy cuándo nos veamos por última vez en el puerto, te daré las gracias, pensaré en ti y en la suerte que tuve en conocerte. No lamentaré, no diré “que éstas cosas son injustas” por que lo son pero de nada sirve decirlo. Prefiero usar mi tiempo reviviendo esas comidas rápidas en la cocina de la oficina, estando triste porque tengo todo el derecho del mundo pero contento porque quiero creer que has dejado de sufrir.
Nunca he sido persona muy dada a las formalidades pero hoy no puedo evitar pensar en esas pelis donde hay un funeral de un marine joven, con la bandera y la trompeta sonando de fondo. Sé que es una chorrada pero me gusta ese toque ceremonial y no puedo evitar reproducir esa trompeta en mi cabeza.

Tan sólo me queda darte un beso, un abrazo y dedicarte este post.



P.d.- Desgraciadamente, este post no es ficción y Clara murió ayer.