viernes, 30 de septiembre de 2011

nervios de 2ª

Sofía se ha arreglado a conciencia, quiere causar muy buena impresión. Se sabe caballo ganador y para ello va a tirar de clásicos: maquillaje suave y ligero para resaltar sus grandes ojos marrones, perfume fresco en el cuello y escote y un vestido ajustado que marca la línea a seguir.

Sabe que llega tarde. Le gusta sentirse importante. Llegar ligeramente tarde le hace sentirse importante. No es que llegue media hora tarde, no se trata de eso. Tiene estudiado que llegar entre 7 y 8 minutos tarde es lo ideal. Llegar antes es de looser, llegar on time es aburrido ya que denota un interés excesivo por quedar bien y llegar media hora tarde es de maleducado.

Hoy ha quedado con Pedro. Tiene ganas pero intuye que hay gato encerrado. Nunca se ha fiado de Internet. No se fía porque ella es la primera que ha mentido (como una bellaca diría su abuelo militar). Sentada en el taxi camino al lugar de encuentro rememora las numerosas conversaciones que han tenido e intenta descifrar qué es lo que no le cuadra. No lo consigue.

Pedro es extremadamente sensible. Diría que siempre sabe lo que piensa y cómo lo piensa. Le encanta y la intimida. Le sorprende y le asusta.

El taxi se detiene en el semáforo anterior al lugar acordado. Ella está más dubitativa que nunca. Qué hacer?

Semáforo en verde.

El Seat León arranca sin prisa pero sin pausa.

El taxista le dice: “es aquí?”

Ella contesta: ….

jueves, 29 de septiembre de 2011

nervios de 1ª

Pedro (Lucía) está nervioso(a). Es su primera vez. No es su primera vez pero sí es su primera vez. Lleva mucho tiempo esperando una ocasión así. Intuye que es su momento.

Él (ella) lleva unos pantalones de pinza azules de algodón y una camisa blanca con finas rayas azules con el típico cuello italiano. Siempre había admirado a los chicos que vestían elegantes a la par que modernos.

Se siente raro(a). Le sudan las manos. Eso no ha cambiado. Mira su reloj. Es un Tissot antiguo con la esfera casi cuadrada con las manecillas de color naranja. Le da seguridad. Sabe que la necesita.

Son las 21:04. Han pasado 4 minutos, algo va mal se pregunta. Enseguida se auto responde que no, todo va bien, tan sólo es un pequeño retraso. Ha comprado flores, es lo que un hombre suele hacer en una primera cita o eso es lo que siempre ha visto.

Sofía se retrasa pero según su perfil eso es habitual. Llevan tiempo hablando, se conocen sin conocerse. Se quieren sin querer o quererse. Confidencias nocturnas a la luz de una triste lámpara. Infinidad de copas de Chardonnay barato mientras se contaban la vida y milagros.

Aunque no todos sus milagros. Pedro (Lucía) sabe que no ha sido 100% sincero(a). Él (ella) ha estado cerca de desvelar su secreto pero siempre lo ha ocultado.

Hoy es el día. Caixa o faixa.

martes, 27 de septiembre de 2011

Las botas de agua

María estrena botas de agua hoy. Son rojas pero con delgadas líneas blancas transversales. Las compró ayer con Marta. Marta es su madre pero son de esas familias que se llaman por el nombre, nada de “mamá” o “papi”.

María tiene 9 años, se halla en la difícil frontera entre ser niña y ser adolescente. Le sigue gustando jugar a “cocinitas” con su prima Sandra pero intuye que menos que antes.

Siempre ha sido fan de llevar botas de agua, se siente protegida en los duros y fríos días lluviosos. Con ellas siente que su poder se multiplica. Su poder radica en deslizarse sobre los charcos cual pato por el estanque. Las botas del año pasado eran marrones con manchas azules y amarillas con tres letras dibujadas “POP”. Eran buenas pero le recalentaron la planta del pie derecho en más de una ocasión.

“No son las mejores”- había dicho ya en los primeros compases.

“Son las que hay”- respondió Marta.

María siempre ha pensado que la gente que no lleva botas de agua no es de fiar, tienen algo raro. También se ha fijado que los mayores no las usan. Por tanto, no se fía de los mayores. Con el tiempo descubrirá que su forma de razonar es tan lógica como antigua (silogismo puro made in Aristóteles).

Son una prenda indispensable. El único pero que tienen es que al ser de plástico (desconoce que tipo de plástico), no transpiran bien y cuando las huele le viene el recuerdo de la quesería del final del pueblo de los yayos.

Hoy amenaza lluvia. Hoy toca ponerse las botas de agua.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Auto-Test

1. Un país: Suiza. Es ordenado, limpio, hay pasta. Es bonito, se puede esquiar. Gran sitio para los amantes del queso.

2. Un vino: Me gusta el vino (y mucho) pero no tengo un vino preferido. El vino ideal? Probablemente el que traiga un buen amigo a casa cuando viene a cenar.

3. Un hotel: Muchos. Aunque sin, duda guardo un gran recuerdo de uno al que fui con mi mujer en Brasil (en la costa). Insuperable.

4. Unos zapatos: Las Crocs. Han sido mi descubrimiento del verano.

5. Un coche: el mío. Un coche grande, familiar y que nos lleve al infinito y más allá.

6. Una playa: Cualquiera de las Baleares. Nada a envidiar al Caribe.

7. Un postre: Mmmm. Crocanti (y eso me cuesta millones de críticas)

8. Una serie de TV: In Treatment. La compré en dvd cuando estuve viviendo en Londres el año pasado. Genial aunque no sé si sería un éxito masivo en la tv.

9. Un libro: Muchos. Cualquiera que me haga pasar un buen rato.

10. Un personaje: Quim Monzó. El otro día salió en la tv. El programa consiste en que el presentador se autoinvita y pasa un fin de semana en casa de algún famoso/conocido. En este caso, pasó el finde con Monzó. Un crack. Un tío muy raro pero un genio.

lunes, 19 de septiembre de 2011

cambio de armario

Café recién hecho con su olor característico colándose por el agujero de la escalera.
La brisa fresca que entra en casa por la ventana. Los días todavía languidecen pero muestran ya los primeros síntomas de un verano que se seca.

Juan coge su gabardina del ropero y el paraguas. “Nunca se sabe”-piensa en su fuero interno. El día ha amanecido espeso de esos que invitan a coger el jersey y los calcetines.

Él es hombre de costumbres. Este fin de semana a la vista de las predicciones ha hecho el cambio de armario. Adiós a las chanclas, pantalones cortos y risas en la playa. Se ha despedido de los chiringuitos y los baños nocturnos en el mar. Ni qué decir tiene que ha guardado a buen recaudo los instantes fugaces pero intensos con Lucía este verano. El cajón ha aguantado el peso pero no hay espacio para nada más.

Él es hombre otoñal. Tiene días alegres con momentos de inmensa melancolía. Nada grave pero es su sello personal. Su caminar es tranquilo, cansino incluso. Se podría decir que acaricia las hojas que pueblan el suelo a su paso. Sopa para cenar, una copa de vino en la cena y castañas de postre.

Hoy el día es de otoño. Mañana ya veremos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Bill Murray

Qué gran copazo!

Para los cinéfilos, Bill Murray es Bill Murray. Es el actor de “Atrapado en el tiempo” o para los que miran pelis pero se olvidan al minuto del título (como yo), ésa dónde cada día es el puñetero día de la marmota. También sale en “Lost in Translation”. Esa peli rara de cojones de Sofia Coppola dónde todo pasa en Tokio (diría que es Tokio pero puedo estar equivocado). Es ahí dónde también sale la actriz más sensual que conozco (Scarlett Johansson),…mmm llamádme típico pero vaya pedazo de mujer. Pero eso es harina de otro costal.

De ahí viene mi inspiración. En la peli el bueno de Bill se pide un Vodka-tónica. Al instante, pensé que tenía probar esa copa. Me dije: “tienes que probar un Bill Murray”. Dicho y hecho.

No diré (porque eso sería mentir y eso lo dejo a los lumbreras políticos) que es mi copa de cabecera o que la bebo con asiduidad. Una, porque bebo de vez en cuando dado que el equipo donde juego reclama mi atención muy a menudo. Dos, porque pese a que me gusta, el Gintónic me gusta más.

Sé que es la copa de moda y eso me da palo pero lo prefiero. Pero la bondad del Bill Murray yace en que es un buen sustituto y un buen desoxidante.

Además, rememora mis tiempos de soltería con mis compañeros de piso donde cada día era una fiesta.

Adiós Bill, adiós.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Barbies poligoneras

Era un tema pendiente en mi blog. Hasta ahora he escurrido el bulto como he podido pero el día ha llegado; un post dedicado a barbies poligoneras.

Barbies en el sentido peyorativo de la palabra si es que lo tiene. Barbies en el sentido de ser muñecas y muy a menudo son las muñecas de alguien que suele ser un croissant de gimnasio o un armario empotrado de IKEA. Barbies porque cuidan su indumentaria dentro de unos límites que rara vez salen del chandal entre semana, el tanga de hilo de un color eléctrico (a tono con la tapicería del coche “maqueado” de Monsieur Croissant) los días de diario y en las fiestas de guardar. Barbies porque cuando van a una boda cantan como una almeja (me abstengo de hacer la broma fácil) con vestidos imposibles sólo superados por ese maquillaje made in Atapuerca Ltd, que intentan resucitar a un muerto y que es como la aluminosis cuando entra en contacto con otra dermis, ya que hace saltar el pegote de la cara.
Barbies porque a menudo invierten en plastificar sus pechugas, a imagen y semejanza de las muñecas de color de rosa.

Poligoneras porque frecuentan discotecas de polígono. Poligoneras porque no hablan, usan el grito como medio de comunicación. Investigaciones conjuntas del National Geographic y de la NASA demuestran que hay una relación directamente proporcional entre el volumen de decibelios y el volumen del bíceps de Croissant con queso y jamón. Poligoneras porque van en coches que rugen al símbolo del chumba-chumba. Poligoneras por su lenguaje y destreza cuando surgen problemas de convivencia. Y Poligoneras porque incluso yendo en tren llevan el casco colgado del brazo de la moto de Mr. Croissant, será una manera de marcar el territorio?

Por ellas, las más bellas, las Barbies poligoneras…

viernes, 2 de septiembre de 2011

nothing serious but...

Las reuniones pueden molar, molar mucho, ser aburridas, insulsas o un auténtico coñazo. Dependerá de con quién te reúnas, dónde, los líquidos que intervienen y una larga lista de ingredientes que no me da la gana de enumerar.

Hasta ahora las de curro, eran de largo las que ostentaban el podio en esa lista llamada “cosas que dan un palo terrible y aún así tragamos”. Iluso de mí, hay algo que supera con creces las reuniones de curro,…

Las reuniones de padres (en mi caso de momento en la guardería). No son un palo por lo que te explican las profes que van a cuidar de tu hijo (bueno, un poco también aunque creo que más o menos lo disimulo).
Son un palo porque hay padres (en el sentido amplio de la palabra). Los padres son muy pesados. Y preguntan, y vuelven a preguntar y oh! cuando ya estabas levantando el culo de la silla pensando que el interrogatorio de tercer grado siempre aparece la “tocacojones” (siempre es una “la”; los seres masculinos ya hace un buen rato que estamos en modo “standby” o ahorro de energía) que sale con una nueva temática. Coitus interruptus (o cómo se diga), vuélvete a sentar Manolo.
Son un palo porque si la directora de la guardería está sorda, el tema reverbera. Es como un eco porque escuchas cada pregunta al menos dos veces en el mejor de los casos. “Soy ciudadano americano y pago mis impuestos”. Sé que no viene a cuento, pero se me ocurren éstas paridas en momentos así.
Son un palo porque las sillas están a la altura de niños de 2 años.
Son un palo porque las profes son grandes profesionales y eso incluye tener una paciencia infinita (eso es encomiable) pero suele ir acompañado de un ritmo a la hora de hablar muy pero que muy pausado. Minuto 2 ya estoy en el túnel de vestuarios porque ya me han sacado la tarjeta roja. Grogui y pa’ casa chaval. En otras palabras, que me sobo.

En fin, espero y deseo que las del “cole” de verdad sean más animadas aunque me temo que no, los Sioux vendrán con ganas de fiesta.