sushi

Kobayashi afila su cuchillo. Es su cuchillo grande y ancho que usa para cortar el pescado que le llega fresco del mercado. Él es hombre de rituales y liturgías que cumple con esmero y paciencia.
Cada lunes por la mañana aprovecha para poner en orden sus enseres y útiles de la cocina.
Ese cuchillo que se hunde en las tripas de los que antaño nadaban y respiraban por sus branquias y que luego le ayuda a desmenuzar su carne.
Es el número 1 haciendo sushi de la región, sus joyas culinarias no tienen parangón. Largas colas en su pequeño establecimiento avalan su calidad y maestría. El rey del imperio es "un sospechoso habitual" de su sushi. Se los envía en unos recipientes de mimbre diseñados para aguantar su frescura hasta que llegan a palacio.

Mal día para Koba, como le llaman sus allegados. El filo del cuchillo ha estado a punto de hacerle un siete en la mano al menos dos veces. Koba está de mala leche, no lo puede evitar.
Ha sido un fin de semana de esos largos que no acaban nunca. Desde que Iwo, su mujer, le dejó nada ha vuelto a ser igual. Iwo le pidió durante años algo de atención, él se escudaba en su trabajo y en la fama de su suhi.

Koba lo ha tenido todo pero al final el saco se ha roto y se ha quedado sin nada.

-" Qué te pasa Koba?"- le pregunta su ayudante Kenzo.
- "Nada"- responde lacónico el maestro.
- " Koba, debes mirar hacia adelante. Paradójicamente, para tí todavía quedan muchos peces en el mar. Iwo se fue, ya está. Olvídate".
- " Kenzo, estoy cabreado porque mi equipo, el Alcoyano Marinos FC ha perdido la liga y ayer caímos de forma deshonrosa con el Imperial de todos los tiempos CF. Hasta agosto mi tiempo de ocio se queda vacío y eso me aterra. Por cierto, Iwo? quién se acuerda de ella?. Yo, no"