lunes, 6 de octubre de 2014

La memoria de Walt

Walt es Walt, de eso no cabe duda. Vive en su mundo de cristal, agua más o menos clara y realidad circular. Tiene los ojos saltones (como no podía ser de otra manera) y un color que combina mal con casi cualquier cosa. Se mueve sin parar y parece estar contento cuando sonríe. Eso si es que un pez puede sonreír, que lo dudo.

Walt no tiene memoria o muy finita. Hay veces que dejo de respirar unos diez segundos y pienso que, en ese período breve de tiempo, Walt ha borrado al menos cinco veces su memoria. Por un momento pienso, cómo sería vivir sin memoria pero tal planteamiento me asusta y dimito.

Me planto delante de la pecera de Walt y empiezo a hacer aquello que todo el mundo ha hecho al menos una vez estando delante de un pez, juntar las comisuras de los labios y empezar a imitar el movimiento de un pez. Patético, lo sé pero es domingo y fuera está lloviendo (ah, y ya puestos hago lo que me da la gana).

A menudo creo la memoria es esa proyección idílica que tenemos de uno mismo o de una situación en concreto. También creo que nos engaña constantemente y frecuentemente con nocturnidad y alevosía, dibujando cielos más azules, aguas más cristalinas y sabores más intensos (y por qué no decirlo, chicas más guapas). Tendemos a idealizar.
Pese a ser mentirosa, tendenciosa y manipuladora, la memoria es probablemente lo que le da sentido a la vida y una de esas cosas por las cuales vivimos.

¿Dónde habré dejado la comida de Walt?

6 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el post,yo me siento un poco pez.
    Y sí...también he hecho el gestito de los morritos.
    Ahhh la memoria...mira que es trolera a veces...

    Un beso

    Oye...dale de comer a Walt!

    ResponderEliminar