lunes, 21 de mayo de 2012

Flashback y trenes

Excelente día el de ayer para caminar por la ciudad. Esta ciudad que tan amablemente me acoge desde el año pasado. Largas avenidas con muchos árboles que prestan su sombra en verano y ofrecen el sol en invierno. Paseos que brindan a dejarte llevar hasta que los pies dicen basta. Momento en el cual, lo mejor es sentarse en uno de los numeroso bancos de madera que aguardan su turno para paliar tu cansancio.

A menudo me siento en un banco. A leer el periódico, a escuchar una canción de Antònia Font o de Facto Delafe, a pensar, a escribir o simplemente ver el tiempo y la gente pasar. Ayer en uno de esos incisos mientras masticaba un chicle de sandía la vi. Era ella. Sus andares inconfundibles. El pelo lo llevaba más corto pero sin duda el color y sus rizos eran los mismos. Sus largas y rectas piernas.

“No puede ser”- pensé. A todo eso me mordí la lengua. Exceso de baba? Probablemente. Empecé a recordar mis tiempos de erasmus en Berlín. El día que la conocí en un tren, lo amplios que podían llegar a ser los lavabos de los trenes alemanes y las fiestas inacabables.

Estaba nervioso. Me empezaron a sudar las manos.

“Eres tonto? Haz algo”- me decía ese yo interno que nunca sé dónde está pero que es capaz de sacarme de quicio cuando y donde quiere.

A modo de robot, me levanté y empecé a andar detrás de ella. Recordé que en una peli de serie B se decía que la distancia prudencial para seguir a alguien eran unos treinta metros. Así que apliqué más o menos esa frase.

Sumido en mis cavilaciones, en el qué le diré o en el cómo estás de turno, descuidé visualmente su figura. Cuando me quise dar cuenta no estaba.
Imbécil. Miré a lado y lado. Nada.
Se había esfumado y con ella los recuerdos que me habían alegrado los últimos cinco minutos del día.

En ese instante, perdido cómo estaba sonó mi móvil. Durante el instante que estuve buscando en mi bolsillo, soñé con qué fuera ella la que llamaba diciéndome que me había visto y que girara la cabeza a la derecha y me fijara en la fuente de agua.
La razón hizo acto de presencia a la vez que visualizaba la pantalla del móvil: “Parienta” llamando. Bufff. Descuelgo.

“Cielo, no olvides que hemos quedado en casa de mis padres a las dos para comer. Trae dos barras de pan”- ella, la parienta.

“Ajá. Cómo olvidarlo”- contesté con el tono de voz de un enterrador.

20 comentarios:

  1. Si es que 30 metros es mucho, pero casi mejor. Imagina que justo cuando la alcanza y se decide a hablar con ella le llama la esposa...

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    1. Dra; 30 metros es una distancia prudencial, el problema fue que se despistó o que quizás era un producto de su imaginación?

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  2. Jo que oportuna la llamada , para volverlo a la realidad.

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    1. Celia; a la cruda realidad de los domingos en casa de los suegros, jajaja!

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  3. Uh, qué desagradable me ha resultado leer este relato que podría repetirse en tantos rincones del mundo... Definitivamente odio las aristas en las relaciones interpersonales con el sexo opuesto. Yo me entiendo. ¬¬

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    1. Rune; odias las aristas en las relaciones,....? queremos explicación de la frase!

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    2. Jo, Sandler, es muy complicado! no se entiende nada, verdad??? quizá me anime a hacer una entrada en referencia a esto. Y si se me olvida y tú te acuerdas, ¿me lo recordarás? creo que tengo unos traumas ocultos por ahí y a la gente le encantan las miserias de los demás... :D

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  4. Vamos a ver, Sandler, no has aprendido nada de mi blog???? Nunca se debe quitar la vista del objetivo :-))))))
    Me ha gustado mucho, sobre todo desde la perspectiva de que la imaginó. Durilla la vuelta a la realidad...
    Un beso enorme, guapo!

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    1. Lili; pues se ve que no mucho! Siempre es dura la vuelta a la realidad;)
      Por perspectiva te refieres al lavabo del tren? jajaja.

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  5. :P
    No! Me refiero a que no la vio y se la imaginó... Por qué te lo explico, si me has entendido perfectamente? :-))))))
    Más besos!

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  6. Saludos azules desde mi orilla sin fin...

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  7. Saludos con rulos desde mi escobero particular

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  8. Que digo yo....ESTÁS TONTO, CHAVAL!!!!! vale, sabemos que nunca eres tú, que todo es novelado, pero la próxima vez, dile a tu protagonista que apriete el culo y el paso, que si le sigues a 30 metros, lo único que puede conseguir es perderla de vista (como ocurrió) o que se vuelva y te meta con el bolso en la cabeza! duro y a por ella! al fin y al cabo, no había ningún tren cerca, no? pues el matrimonio habría sobrevivido a este encuentro, seguro!

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  9. Pilis sosiega, mujer!!! tranquimacín quizás? Treinta metros son pocos metros, no se pierde de vista a alguien que está a treinta metros!! haz la prueba;)

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    1. Tan sólo puedo darte un dato que nadie tiene en cuenta en las novelas: SOY MIOPE.
      Ahora vas y lo cajjjcas!

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  10. Muy bueno. Ese final inesperado-esperado (imaginación vs. realidad) te ha quedado muy bien.

    Por cierto, a mi también me suena haber visto alguna película en la que hablaban de la distancia de 30 metros... debe ser un dato básico en todo manual del espía :D

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    1. Tarambana; gracias!! Hombre por fin alguien que atiende cuando mira una peli,...

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  11. Madre! pero si tienes el tugurio aún más olvidado que yo!!!!

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