martes, 15 de abril de 2014

Traumas familiares

Comía una pera. Era una de esas peras extremadamente acuosas con más pasado que presente. Lo recuerdo porque tenía la mano empapada y corrí en busca de papel de cocina. Ahí, mientras libraba una lucha con el puto rollo de papel, lo vi claro o más bien la vi y pagaría por no haberlo visto. Yo se suponía que estaba estudiando en la biblioteca pero dado que estaban reformando parte de la fachada habían decidido cerrarla para evitar ruidos molestos.

Vi a mi madre. A la que hasta ese momento era la gran Wilma Wilkins o a WW como le gustaba que la llamasen. Era fan de las revistas cotillas y de esos personajillos del submundo. Solo leía ese tipo de cosas y decir leer sería mucho ya que apenas sabía leer una frase seguida. Me hacía ir a las reuniones de vecinos para que le leyera el orden del día y esas memeces que se discuten entre vecinos. Nada de eso impedía que me sintiera muy orgulloso de mi madre, trabajaba de sol a sol para sacar a mi hermana y a mi adelante dado que el Capitán Haddock (como ella llamaba a papá) se había bebido todo el ron del Caribe hasta morir ahogado. Era inculta y qué. Era ignorante y qué. Era la gran WW. La que curraba más que nadie con el peor curro del mundo, limpiar la mierda de los otros. Me había jurado a mí mismo que estudiaría como un cabrón para darle a WW el descanso que se merecía. Si hasta tenía las rodillas peladas de tanto fregar el suelo.

Y ahí la vi, de rodillas. Sacando brillo, mucho brillo, demasiado brillo coño!

Lo entendí todo, la llamada de un tío a casa una noche preguntando por una gatita sedienta, los fajos de billetes en la caja del lavabo y joder las rodillas! Cómo podía haber estado tan ciego. Y como no, la voz del gilipollas de Robert Terrence diciéndome, tú lo que eres es un Hijo de Puta con todas las letras. En su momento me pareció un insulto de lo más común pero ahora entendía por qué se reían los cabrones.

Recuerdo que lancé lo que quedaba de la pera a mi madre y al puto tío asqueroso ese. Cogí mis cosas de casa y me fui sin más. Nunca la volví a ver pese a que ella lo intentó varias veces. Estás muerta para mí, le dije una vez por teléfono. Al cabo de varios años, me enteré de que había muerto.

Y ahora, estoy yo aquí con los pantalones bajados y con una WW cualquiera arrodillada delante de mí.

No tengo vergüenza, mi psicólogo dice que es mi manera de intentar resarcirme con mi madre. Chorradas de loquero, soy simplemente un puto degenerado y un hijo de puta, sin más.

4 comentarios:

  1. Pues yo debí ser puta en otra vida porque jamás he sentido desprecio por estas mujeres. Hay cosas mucho peores que eso, por ejemplo que un hijo repudie a su madre por algo que, en todo caso, sólo a ella le incumbe.
    Muy bien contado.
    Y me alegra volver a leerte.

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    1. Fedora,
      gracias por el comment. A ver si reactivo el blog, lo necesito:)

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  2. No entiendo por qué llaman hijo de puta y no hijo de abogado o hijo de juez o hijo de camarero...A qué se dedicaba WW no es relevante, sólo tengo una pregunta ¿Era buena madre? En caso afirmativo, no entiendo la reacción del hijo.
    Un placer volver a leerte. Un besote.

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    1. Detalles,
      Ciertamente WW era mejor madre que muchas!
      Gracias por pasarte después de tanto tiempo.
      Seguiremos informando.

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