martes, 10 de abril de 2012

El museo

Habíamos quedado para ir al museo. Nunca fui un entendido en temas de arte, sin embargo me gustaba visitar museos. Tenía esa inocente impresión que entraba al museo sabiendo poco y salía sabiendo aún menos, pero eso en el fondo era cultura o eso quería pensar yo. El ritual sería el de siempre. Un café mañanero para quitarme las legañas mentales de la cabeza en la cocina mientras escuchaba las noticias en la radio. Nunca tenía tiempo suficiente para saber qué pasaba en el mundo y los sábados era mi reconciliación con el mundo.


Ducha de monje, jabón, agua y para de contar. Nada de interminables bañeras con sales reconstituyentes. Nada de nada. Bajaría por las escaleras, eso me daría aún más sensación de libertad. Consultaría el reloj y si mis cálculos no habían fallado dispondría de tiempo suficiente para bajar al museo caminando. Ipod en mano, sensación de libertad máxima.

La mañana idealmente sería de primavera, suave brisa fría que invitaba a ponerse un jersey fino. Sol de rigor que demandaba unas gafas de sol y el look estaría completo. Pararía a comprar unos croissants en Limo’s y unos zumos en el colmado de la esquina.

Todo sería perfecto.

Un olor fétido me despierta. La estancia está en penumbra y durante un microsegundo dónde convive el “yo del sueño” y el “yo real”, la confusión es máxima. ¿Qué hago en un sitio lúgubre si debería estar caminando por Central Park con unos croissants en la mano? Lo malo o lo bueno de los microsegundos es que son eso, micros. Antes de que acabara de formular mentalmente la pregunta ya sabía la respuesta.

Aún así, soy de naturaleza desconfiada y necesitaba una prueba. Palpé mis ropas. Mmm…rugosas, y miré en el bolsillo de la izquierda. Había algo bordado:

5570.

Y sonó la sirena de las seis de la mañana.

Otro largo día a la sombra sin nada que hacer.

14 comentarios:

  1. Mejor darse la vuelta y volverse a dormir. Sueña que conociste a una mujer guapísima en el Museo y que, encima, estaba dispuesta.

    Pobre.

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    1. Aina; cuando uno está a la sombra no hay "vueltas que darse", está cerrado a cal y canto,...

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  2. No, no y no! Nada de despertarse y recordar lo malo. Con un relato de Pilis me pasó igual: o no te despiertas o no te duermes. Pero dormir y que al despertar recuerdes lo que olvidaste durante el sueño es horrible. Tu relato no; tu relato mola ;).
    Besos!

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    1. Lili; estas cosas pasan e imagino que cuando uno está encerrado aún más.

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    1. Clochard; gracias! Cómo mola el vaso de tu foto;) Me alegra verte por aquí de nuevo.

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  4. Increíble! Un placer leerlo!

    Mis saludos de bruma y un horizonte azul...

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  5. A la sombra de los pinos.. que diría la Maria del Monte.:-(

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    1. Marina; a la sombra de los pinos sólo se me ocurre echarme una buena siesta;)

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  6. Ay! qué pena me ha dado!
    Mmmm, no digo nada más, que luego me dices que me paga tu madre :D
    Besitos!

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    1. Exter; la pena y el dinero mueven el mundo, no?
      Por cierto, mi madre te envía recuerdos;)

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